- ¿Qué diablos fue eso?
- Tenía ojos negros, unos lindos ojos
- ¿Lindos ojos? ¿¡Lindos ojos?! ¿¡Viene un ladrón a tu casa y decís que tiene lindos ojos?!
- ¿Quién dijo que era ladrón?
- ¿Una persona normal viste toda encapuchada y toca el timbre de tu casa a las 2 de la mañana?
- Como digas... vamos a dormir, pero no deberiamos ocultar esto en secreto
- Esta bien, vamos ya
El día siguiente fue tranquilo, vimos unas cuantas películas de Harry Potter, cocinamos unos brownies y bailamos un poco. Mis papas ya habían llegado para cuando nos levantado y por suerte no sospecharon de nuestra seguridad en la casa.
En la tarde visitamos Starbucks, no había tanta gente como la que suele haber. Pedimos dos flores de chocolates y dos capuchinos. Pasaron treinta minutos de conversaciones sobre chicos lindos y chicos que se pasan de lindos en cuanto un chico entro al café. Era rubio, alto, no hacia falta decir que era flaco; usaba unos jeans, una remera gris y una campera de cuero negra, llevaba unos lentes bien oscuros. Se acerco al mostrador y pareció pedir algo, pero nada para tomar o comer. Le guiño el ojo a la chica con la que hablaba y se fue a sentar en un rincón. Se paso la mano por la frente y se sacó los lentes. Tenía ojos negros. Chille. El me miró y sonrió, una carcajada en su cara me hizo sonreír, no se como, estaba asustada.